Sinopsis
Publicado por primera vez en 1924, Veinte poemas de amor y una canción desesperada es quizá el libro de Neruda que ha obtenido una más vasta popularidad y a la vez significó la plena consolidación del prestigio literario de su autor en el área hispánica. Obra de gran envergadura literaria, el remanente de la herencia modernista fue aliado en ella por Neruda de modo admirable a los hallazgos expresivos de la nueva vanguardia en una serie de piezas de conmovida intensidad lírica, cuyo acento de plenitud vital, exaltación genésica y erotismo panteísta cede el paso, en la hora de los duelos y las separaciones, a un tono de melancolía que le hermana a la herencia romántica. Intocables en su definitiva rotundidad de pieza maestra, estos Veinte poemas de amor y una canción desesperada constituyen sin duda una de las mayores cimas de la poesía amorosa en lengua castellana.
Edición recomendada
Nº de páginas: 219 págs
Editorial: Porrua
Lengua: Castellano
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9789700767567
Año edicón: 1926
Plaza de edición: México
Edición recomendada
Nº de páginas: 219 págs
Editorial: Porrua
Lengua: Castellano
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9789700767567
Año edicón: 1926
Plaza de edición: México
Poeta chileno, considerado uno de los más importantes del siglo XX. Hijo de un ferroviario, y huérfano de madre cuando solo había vivido un mes, escribía poesía desde muy joven (el seudónimo comenzó a usarlo cuando apenas tenía dieciséis años). Gabriela Mistral lo inició en el conocimiento de los novelistas rusos, que el poeta admiró toda su vida. Estudió para convertirse en profesor de francés, sin llegar a lograrlo. Su primer libro, cuyos gastos de publicación sufragó él mismo con la colaboración de amigos, fue Crepusculario (1923). Al año siguiente, su Veinte poemas de amor y una canción desesperada se convirtió en un éxito de ventas (ha superado el millón de ejemplares), y lo situó como uno de los poetas más destacados de Latinoamérica. Entre las numerosas obras que le siguieron destacan Residencia en la tierra (1933), que contiene poemas impregnados de trágica desesperación ante la visión de la existencia del hombre en un mundo que se destruye, y Canto general (1950), un poema épico-social en el que retrata a Latinoamérica desde sus orígenes precolombinos. La obra fue ilustrada por los famosos pintores mexicanos Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Como obra póstuma se publicaron, en el mismo año de su fallecimiento, sus memorias, con el nombre de Confieso que he vivido. Poeta enormemente imaginativo, Neruda fue simbolista en sus comienzos, para unirse posteriormente al surrealismo y derivar, finalmente, hacia el realismo, sustituyendo la estructura tradicional de la poesía por unas formas expresivas más asequibles. Su influencia sobre los poetas de habla hispana ha sido incalculable y su reputación internacional supera los límites de la lengua. En reconocimiento a su valor literario, Neruda fue incorporado al cuerpo consular chileno y, entre 1927 y 1944, representó a su país en ciudades de Asia, Latinoamérica y España. De ideas políticas izquierdistas, fue miembro del Partido Comunista chileno y senador entre 1945 y 1948. En el año 1970 fue designado candidato a la presidencia de Chile por su partido y, entre 1970 y 1972, fue embajador en Francia. En 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura y el Premio Lenin de la Paz. Antes había obtenido el Premio Nacional de Literatura (1945). © eMe
La polémica de la obra
Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada se convirtió en el libro de poesía más leído del siglo XX, con más de 10 millones de ejemplares editados, según Hernán Loyola, autor de sus Obras Completas.
Sin embargo, Alone, entonces cronista literario de La Nación, y quien lo ayudó económicamente a publicar su primer libro: Crepusculario, escribió una ácida crítica sobre el texto, pese a su rápido éxito de ventas.
Amargado, Neruda replicó en este mismo diario a través de una altiva declaración, Exégesis y Soledad, documento que se transformó en una explicación de su obra cumbre. Aquí aporto esta desconocida disputa literaria entre el más renombrado crítico chileno y el gran poeta:
Amargado, Neruda replicó en este mismo diario a través de una altiva declaración, Exégesis y Soledad, documento que se transformó en una explicación de su obra cumbre. Aquí aporto esta desconocida disputa literaria entre el más renombrado crítico chileno y el gran poeta:
Alone
Diario La Nación (3 de Agosto de 1924).
“Dicen que los aplausos prematuros han engreído un poco a este poeta demasiado joven; que un círculo de admiradores lo rodea, especie de pequeño cenáculo ambulante en el cual uno desempeña el papel de Secretario y le lleva los manuscritos, y los otros llevan corbata a la Neruda y hasta sombrero a la Neruda.
Conozco de cerca al autor de estos Veinte Poemas y puedo afirmar que no hay una palabra de verdad en semejante leyenda, pero la cuento, porque me parece encantadora y estoy seguro de que, andando el tiempo, habrá de figurar... en alguna Historia de la Literatura Chilena con anécdotas…
... Abramos sin pasión su segundo volumen poético. Parece más raro y menos accesible que el primero… Aquí domina cierta especie de sequedad entrecortada, casi dolorosa, una violencia de expresión, hija tal vez del excesivo afán de novedad. El poeta quiere separarse a toda costa de los otros, los viejos, los de ayer, los de anteayer y corta amarras, bate el ala al viento, trata de alejarse y huir.
…Las mujeres siempre encuentran hermosas las palabras de amor que se dirigen a ellas; pero nosotros las hallamos (éstas) desconcertantes, faltas de sentido, desorientadas…
Comprendo… que se necesita cierta locura para hablar en versos y cantar… pero la locura, como todo, tiene su límite… Las invisibles e innumerables lógicas nos envuelven y el que la rompe cae en el silencio, no despierta ecos, no toca fibras sensibles, grita hacia otros mundos y sólo en otros mundos será escuchado. Con frecuencia este muchacho dulce, obstinado y pensador que es Pablo Neruda parece que nos volviera la espalda y le estuviera hablando a otros, en jerigonzas. Dan deseos de tomarlo del brazo y llamarlo: -Oiga ¿qué decía usted? …Nos miraría con una profunda mirada y seguiría conversando con los elfos genios de la noche.
Mejor será escucharlo con paciencia y tratar de coger de a una sus expresiones. Seguramente vale la pena. Algo se puede afirmar de sus palabras y es que nunca dice vulgaridades, esas tonterías viejas, más desconsoladoras que lo que no entendemos.
Y a veces nos hace pasar ante la vista seres deslumbrantes… o bien tiene toques de una amable delicadeza fina y sonriente… Pero es poco, muy poco todo esto para un libro, aún cuando el libro se lea en diez minutos por su abundancia de páginas en blanco.
La sensación total es la de una sementera que aún no asoma a la superficie.
La tierra está hinchada… se ve que pasaron el arado una y otra vez… hicieron los surcos, echaron con pródiga mano los gérmenes.
Todavía no brotan, falta el agua de la emoción humana, falta el tiempo vivificador… Hasta ahora nosotros sólo podemos presentirlo, acercando mucho el oído, con buena voluntad y examinados también a microscopio las ligeras hierbas verdes tiernas que asoman muy espaciadas y tímidas a la luz. Ahí saldrán. Esperemos como los labradores que siempre aplazan su esperanza para el año próximo”.
Diario La Nación (3 de Agosto de 1924).
“Dicen que los aplausos prematuros han engreído un poco a este poeta demasiado joven; que un círculo de admiradores lo rodea, especie de pequeño cenáculo ambulante en el cual uno desempeña el papel de Secretario y le lleva los manuscritos, y los otros llevan corbata a la Neruda y hasta sombrero a la Neruda.
Conozco de cerca al autor de estos Veinte Poemas y puedo afirmar que no hay una palabra de verdad en semejante leyenda, pero la cuento, porque me parece encantadora y estoy seguro de que, andando el tiempo, habrá de figurar... en alguna Historia de la Literatura Chilena con anécdotas…
... Abramos sin pasión su segundo volumen poético. Parece más raro y menos accesible que el primero… Aquí domina cierta especie de sequedad entrecortada, casi dolorosa, una violencia de expresión, hija tal vez del excesivo afán de novedad. El poeta quiere separarse a toda costa de los otros, los viejos, los de ayer, los de anteayer y corta amarras, bate el ala al viento, trata de alejarse y huir.
…Las mujeres siempre encuentran hermosas las palabras de amor que se dirigen a ellas; pero nosotros las hallamos (éstas) desconcertantes, faltas de sentido, desorientadas…
Comprendo… que se necesita cierta locura para hablar en versos y cantar… pero la locura, como todo, tiene su límite… Las invisibles e innumerables lógicas nos envuelven y el que la rompe cae en el silencio, no despierta ecos, no toca fibras sensibles, grita hacia otros mundos y sólo en otros mundos será escuchado. Con frecuencia este muchacho dulce, obstinado y pensador que es Pablo Neruda parece que nos volviera la espalda y le estuviera hablando a otros, en jerigonzas. Dan deseos de tomarlo del brazo y llamarlo: -Oiga ¿qué decía usted? …Nos miraría con una profunda mirada y seguiría conversando con los elfos genios de la noche.
Mejor será escucharlo con paciencia y tratar de coger de a una sus expresiones. Seguramente vale la pena. Algo se puede afirmar de sus palabras y es que nunca dice vulgaridades, esas tonterías viejas, más desconsoladoras que lo que no entendemos.
Y a veces nos hace pasar ante la vista seres deslumbrantes… o bien tiene toques de una amable delicadeza fina y sonriente… Pero es poco, muy poco todo esto para un libro, aún cuando el libro se lea en diez minutos por su abundancia de páginas en blanco.
La sensación total es la de una sementera que aún no asoma a la superficie.
La tierra está hinchada… se ve que pasaron el arado una y otra vez… hicieron los surcos, echaron con pródiga mano los gérmenes.
Todavía no brotan, falta el agua de la emoción humana, falta el tiempo vivificador… Hasta ahora nosotros sólo podemos presentirlo, acercando mucho el oído, con buena voluntad y examinados también a microscopio las ligeras hierbas verdes tiernas que asoman muy espaciadas y tímidas a la luz. Ahí saldrán. Esperemos como los labradores que siempre aplazan su esperanza para el año próximo”.
Pablo Neruda
Exégesis y soledad. La Nación (20 de Agosto de 1924).
“La crítica oficial de Santiago, por boca del escritor Alone y de don Mariano Latorre, ha expresado su disgusto por la publicación de mi último libro de poemas. No valdría tomar en cuenta estas dos opiniones: la clerical superficialidad del primero y la vaciedad del segundo, me dan la clave de esta valerosa cerrazón.
Alguna vez ha de hablar uno. Demostración de descontento: ¿por qué callarla? Algo heroico, incontaminado, libre, se ha forjado adentro de mí, a golpes de anhelo y de poder; hacia fuera lo he tirado en palabras, doliéndome, sangrándome el corazón: también fabricaré esta vez agua para lavarlo de la mirada de los peluqueros.
Emprendí la más grande salida de mí mismo: la creación, queriéndola iluminar las palabras. Diez años de tarea solitaria, que hacen con exactitud la mitad de mi vida, han hecho sucederse en mi expresión ritmos diversos, corrientes contrarias. Amarrándolos, trenzándolos, sin hallar lo perdurable, porque no existe, ahí están veinte poemas de amor y una canción desesperada. Dispersos como el pensamiento en su inasible variación, alegres y amargos, yo los he hecho y algo he sufrido haciéndolos. Sólo he cantado mi vida y el amor de algunas mujeres queridas, como quien comienza por saludar a gritos grandes la parte más cercana del mundo.
Traté de agregar cada vez más la expresión de mi pensamiento y alguna victoria logré: me puse en cada cosa que salió de mí, con sinceridad y voluntad. Sin vacilar, gente honrada y desconocida -no empleados ni pedagogos que me detestan personalmente- me han mostrado sus gestos cordiales, desde lejos. Sin darles importancia, concentrando mi fuerza para atajar la marea, no hice otra cosa que dar intensidad a mi trabajo. No me cansé de ninguna disciplina porque nunca la tuve; la ropa usada que conforma a los demás, me quedó chica o grande, y la reconocí sin mirarla.
Buen meditador, mientras he vivido he dado alojamiento a demasiadas inquietudes para que éstas pasaran de golpe por lo que escribo. Sin mirar hacia ninguna dirección, libremente, inconteniblemente, se me soltaron mis poemas.
Está bien si alguien de entre los hombres, en cualquier tiempo, se reconoce en ellos, y no porque les desagraden, voy a pedir disculpas a comerciantes o bomberos”.
El poema recomendado
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
A continuación el poema con la voz de Pablo Neruda:
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
A continuación el poema con la voz de Pablo Neruda:
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